Charo Marín es una artista multidisciplinar que conjuga dibujo, pintura, escultura… con la joyería. ¿Están de alguna manera estas disciplinas interrelacionadas con tu trabajo como joyera?
Sí, por supuesto. La esencia de mis joyas siempre es hacer llegar el arte a las personas. No todo el mundo siente necesidad de tener mi cuadro en la pared, así que he intentado acercarlo al público a través de la moda o las joyas. Mi creación parte del dibujo y la pintura; en realidad mis joyas son líneas y formas, que contienen en muchos casos mis pinturas a través del esmalte, o mis dibujos calados o grabados en o sobre mis piezas de plata u oro, cuando no interviene el fuego con cristales hechos en Murano o porcelanas rebosantes de mis flores de agua.
Otras veces tienen como inspiración, poemas, historias… en fin, elementos literarios, en cuyo caso, las piedras preciosas y las perlas se trenzan y entremezclan con el cobre, la madera o incluso el corcho, insuflando a quien las lleva toques de juventud y de luz. Siempre dije que son murales o esculturas que caben en la mano.
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Otra cuestión que me ha llamado la atención es tu compromiso con acciones solidarias especialmente enfocadas a la infancia.
Por supuesto. Ser artista es como ser religioso, la cuestión es dar, ya que a nosotros se nos ha dado un talento y no es de recibo guardarlo egoístamente o usarlo solo para ganar dinero, es indispensable darlo o compartirlo a o para los niños.
¿Crees que el arte tiene un papel esencial o un compromiso con la sociedad en este sentido?
Si los políticos que son los que manipulan la enseñanza, fuesen conscientes del poder del arte para tener unos ciudadanos avanzados y especiales, potenciarían y valorarían la asignatura de pintura, dibujo, música, ARTE… pero lamentablemente dejan mucho que desear.
Los niños que reciben buenas clases de arte, son analíticos, se relajan a través de él, pueden ser más comprendidos a través de sus trabajos y desarrollan partes sustanciales del cerebro.
Para mi los alumnos más importantes son los niños, pues de ellos depende el futuro y de su sensibilidad y calidad de educación una mejor sociedad.
A veces se dice que los clientes/as ya no usan joyas a modo de ostentación o status, como se hacía en otro tiempo, sino que de alguna manera la joya se emplea como modo de expresión de la propia personalidad, ¿estás de acuerdo, o crees que conviven ambas tendencias?
Yo creo que conviven ambas tendencias. Siempre ha sido puesta en valor una persona que lleva joyas preciosas, de calidad, exuberantes o magnificas. Siempre se ha valorado la originalidad de hecho hay joyas muy antiguas con firma, dando un carácter especifico a la pieza.
Lo que ha ocurrido es que se ha mecanizado y tencnologizado mucho la realización de las mismas, lo cual entre muchos materiales muy baratos y estas técnicas no manuales, ha hecho que haya muchas (se ha masificado), fáciles de copiar (antes las copiaban dibujándolas, hora con una foto pasan casi directamente a 3D) y con ello se han popularizado.
Pero donde haya una joya, hecha “a mano”, original, única y una especial creación ya sea por encargo del usuario, o motu propio del artista, esa pieza tiene voz propia, destaca, llama la atención y algo especial que no se puede obviar se refleja en ella y en la persona que la lleva.
Las joyas siempre han sido y serán piezas clave en la moda, exaltando, incluso encauzando la belleza de quienes las usan. Por razones de hipocresía sociocultural, “sales sin ellas y te las pones al llegar”.
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En este mismo sentido, ¿Hay una joya a la medida de cada cliente?
Las joyas, como ocurre con la obras de arte, tienen que sentirse bien contigo y tu notar que tienes en ellas a un amigo, ya que la misma joya a ciertas personas no les funciona dada su personalidad. Si, hay una joya a la medida de cada cliente.
¿Qué detalles te llaman la atención a la hora de crear una pieza para el/la cliente?
Por supuesto hablar con el-ella de materiales (preferencias, alergias, ilusiones), del fin de la joya (para uso diario -cotidiana-, para momentos especiales -de lujo-), sujetándonos a su presupuesto). La joya y el cliente deben hablar el mismo idioma y que le vaya como un guante, pues si no se tiene en cuenta su personalidad, posiblemente se sienta incomoda con ella y, o no se la queda, o no se la pondrá. Crear una pieza para otro es transformar a ese otro en nuestra musa y tener muy claro que él es el centro de nuestra creación, no, hacer lo que queramos pues es un encargo, no una elección.
¿Suelen ser encargos para celebrar algún momento especial o un ‘capricho’ que la cliente se da porque le apetece?
Si, suele ser un encargo porque toda la vida ha tenido ilusión de tener esa piedra pues está enamorada de su color o de su transparencia. Otras veces por algo simbólico o sentimental, el recuerdo de un ser querido. Suele ir ligado a algo íntimo y personal, o simplemente su letra o signo del zodiaco. A veces solo ocurre que cree en ti y confía en que le hagas algo único y especial diferente de todo lo demás para llevarlo sobe su piel y eso es un gran honor y un voto de confianza en nuestro trabajo que nos pone mucho la pilas a la hora de crear.
¿Es fiel el cliente de la joya de autor, en términos generales?
Actualmente solo utiliza ese término JOYA DE AUTOR, en mi opinión, en contadas y determinadas ocasiones. la vida es muy ajetreada y muy costosa y eso conlleva a ciertas limitaciones practicas.
Lo que es evidente es que cuando lo prueba, ya no puede prescindir del creador y se hace un FAN incondicional de este tipo de joya, pues le compensa y mucho en diferencia con cualquier pieza normal, repetidísima y sin diseño propio.
«Ser artista es terapéutico y gratificante pero muy duro a nivel de una vida normal con comida en la mesa. Se requiere creer mucho en uno mismo, arriesgar todo y tener una gran constancia y grado de sacrificio, normalmente no entendidos por quienes te rodean»
¿Cuándo decides que quieres crear joyas de autor, piezas de arte para llevar?
Es lo único que he hecho siempre. Hacer piezas únicas, creadas como tal. Me gusta que quien lo lleve sepa que es único. Cuando creo una joya es como si hago un cuadro. Seriar no me gusta, ni siquiera cuando hago grabado u otra técnica de estampación.
Solo serié una vez, a instancias de mi marido, él, gran hombre de negocios, erróneamente pensó que yo podría y yo creí que también. Para seriar hay que tener en cuenta muchas cosas que yo no contemplé. Fue una equivocación pues una vez creado, ya pienso en engendrar algo nuevo y aquello numerado y seriado me aburre, lo considero comercial, por lo que intento continuadamente modificarlo para que tenga nuevas luces y sombras.
¿Es tradición familiar o te surge personalmente?
No tengo ninguna tradición familiar. La primera joya surge cuando mi novio me trae una piezas pequeñitas de madera en las que hay tallada un avia. Me dijo que en Camerún las utilizaban antiguamente como monedas. Me pareció uno de los regalos más sutiles y bonitos que me han hecho en toda mi vida.
Así que diseñe las monturas que sujetaban esas piececitos. Una en forma de ojo fue un brazalete para mi suegra, otra cuadrada la llevé durante años colgada de mi cuello. Ahí empezó todo hace más de cuarenta cinco años.
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¿Cómo definirías tu estilo propio, el tipo de joyas, de materiales que empleas…?
Soy muy poco respetuosa con los elementos tradicionales, oro, brillantes… me encantan pero no los considero necesarios a la hora de la creación aunque sí en su mayoría para la entrega final, ¿a quién no le gustan el oro y los brillantes?
Me gustan piedras que tengan incluso fallas (eso las hace únicas), o tratar los metales lejos de la forma habitual (eso le hace original y experimental). Lo que ocurre es que a mi me inspira una piedra, una madera, un alambre, un color, incluso un metacrilato y dibujar sobre él pirograbándolo.
Soy impaciente y patosa para la realización y el acabado y eso me ha hecho muchas veces necesitar a un buen artesano, o sea, “la mano que mece la cuna” e incluso muchas veces enloquecida por la creación he hecho proyectos que luego eran infumables (he tenido que adaptarlos a la realidad, es decir que fuese factible y no quedase en un dibujo ideal sobre el papel). Para ser un buen joyero hay que tener claro el material que corre por tus manos pues realizar no es diseñar.
¿Cómo has comenzado el año comercialmente hablando y cómo esperas esta segunda mitad de 2022?
La palabra comercialmente nunca va a ligada a mi ni a mis creaciones, podríamos decir que ¿desgraciadamente? Bueno no creo que sea para tanto, cuando diseño no pienso en el dinero ¿lamentablemente? Pero tengo mucha suerte pues mis joyas siempre gustan y siempre se venden, ¿suerte? Si, tengo mucha, mucha, suerte y mis clientes y mis amigos son lo más para mi pues me inspiran, me animan, me apoyan y me dan vida creativa
Por eso espero que en esta segunda mitad del 2022, estén ahí como siempre, esperando a ver qué he hecho de nuevo, para ellos después ponérselo, lucirlo, ese es mi orgullo. Sin ellos las joyas están muertas, frías, con ellos cogen calor y color, ellos, son para ellas “el beso del príncipe”.
A veces parece existir una barrera infranqueable entre joyas de autor y comercio tradicional, y solo en contadas ocasiones vemos en los escaparates piezas únicas ¿Lo percibes también así?
Si. Cuando vas andando y la joya de un escaparate sale a tu paso, es imposible no retroceder, pararte y quedarte fascinada mirándola.
Los escaparates me parecen cautivadores, pues definen por un lado quien es el propietario de ese negocio y por otro después de un garbeo por la ciudad, vamos a los creadores y las necesidades del público de esa ciudad, son un detector social.
En los escaparates, excepto en casos especiales y joyerías de verdadera élite, ponen solo marcas y cosas más estándar, muy vistas en medios y revistas, aunque sean caras, pero vendibles. Raramente nadie arriesga por lo único, atrevido u original. Como mucho nos utilizan, nos ponen en el escaparate como señuelo para que les dé caché, calidad o ese pasito más, pero no luchan por su venta.
Ya dentro intentan venderles lo fácil, pues eso les cuesta un esfuerzo y lo otro lo tienen vendido de antemano, como diría mi marido “se trabaja para ganar”, por eso dejar piezas en permanencia no lo hago nunca. Es lógico, pues estos comerciantes son eso, comerciantes, no galeristas, pero es de agradecer a los que han roto una lanza por nosotros poniendo nuestras obras en sus escaparates y eso ya es un honor, pues el artista trabaja para crear. Son dos conceptos muy diferentes ya de raíz, aunque si consigue vender tu obra es genial porque no hay nada más loable que poder comer de nuestro trabajo.