Por Giovanna Tagliavía | A las 9:30 de ayer, 13 de diciembre, recibo una llamada de un número privado, descuelgo y una voz triste, pausada, me dice: “tengo que darle una muy mala noticia”. He preguntado qué había pasado, pero se me ha encogido el estómago temiéndome lo peor. “Si he hablado con él, como siempre, la semana pasada, si estaba perfecto, si, si, si…” Ana, su asistente, se iba tragando el dolor mientras arrojaba palabras propias de la circunstancia.

Hay momentos en la vida, y la muerte es uno de ellos, en los que todos debemos afrontar la separación definitiva. Sé, porque lo he vivido antes, lo que va a significar la ausencia de Jose Antonio Cadarso, ‘Josechu’, para muchos.
Jose Antonio Cadarso llevaba 33 años siendo miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Joyeros porque cada Presidente quiso que él estuviera a su lado. Dicen que cuando uno se va, todas las palabras que se le dedican son buenas. No es cierto. Puede que el respeto nos impida opinar tal como pensamos sobre alguien que se ha ido, pero cuando el que se va es llorado sinceramente por familia, amigos, compañeros, empleados y colegas, entonces es porque merece todas las palabras buenas que podamos destinarle. Ese es el caso de Josechu Cadarso.
Seguro que nos habría ido mejor si algunas personas, véase dictadores como Hitler o Stalin, no hubieran existido. Pues al revés, ocurre lo mismo. Hay algunas pocas personas que deberían vivir para siempre, las necesitaríamos siempre, las nuevas generaciones podrían aprender muchísimo de ellas, sabrían escuchar, relacionarse, atender y decidir.
«Le extrañaremos tanto que pensaremos en él cuando tengamos que decidir algo. Me preguntaré más de una vez para inspirarme “¿Qué habría hecho él?»
Josechu era una inspiración para muchos de nosotros. Valioso, con claridad de ideas, atento a los argumentos, con capacidad para convencer y ser convencido, con visión estratégica, no ansiaba ningún protagonismo, tenía la humildad de quien brilla con su propia luz, mente analítica que leía los hechos con objetividad.
Si dijera que era un hombre bondadoso, no mentiría, pero era mucho más que eso. Era valiente, no se abstenía de opinar ante situaciones delicadas, no se acobardaba, sino que hacía oír su voz, y en la sombra, siempre en la sombra, hizo cosas muy importantes para este sector y algunas personas que, como yo, estábamos cerca, lo sabíamos.
«En la sombra, siempre en la sombra, hizo cosas muy importantes para este sector y algunas personas que, como yo, estábamos cerca, lo sabíamos»
Sólo podemos abrazar a su familia, a sus hijos, a sus hermanos, a sus parientes y amigos y desearles que superen este momento tan difícil, acompañándoles con nuestro pesar. A nuestro apreciado Josechu, le diríamos que, si es cierto que su alma puede oírnos, le echaremos de menos, le extrañaremos tanto que pensaremos en él cuando tengamos que decidir algo. Me preguntaré más de una vez para inspirarme “¿Qué habría hecho él?”
Josechu, apreciado amigo, te has ido ya adonde iremos todos, espero que nos veamos allá arriba o donde esté el cielo.
Giovanna Tagliavía. SECRETARIA GENERAL ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE JOYEROS, PLATEROS Y RELOJEROS