Por Alfredo G. Notario | Conocido universalmente como pintor, escultor, inventor e ingeniero, Leonardo Da Vinci nos dejó un legado inmenso a nivel artístico y científico. Pero lo que pocos seguro que saben es que el genio florentino también ideó una ‘receta’ para fabricar lo que hoy se llamarían perlas de imitación. Un documento que data del año 1480 y cuyo texto original se puede encontrar en el ‘Codex Atlanticus’ de la Biblioteca-Pinacoteca Ambrosiana de Milán.
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Hay que recordar que en aquella época las perlas eran una de las gemas más apreciadas por la clase alta y todas eran, por supuesto, de origen natural. Evidentemente para joyería se buscaban las perlas más grandes y llamativas, mientras las pequeñas se destinaban a otros usos como adornar vestidos y complementos.
Pues según la receta, esas perlas pequeñas y de menor valor debían ponerse en un recipiente con zumo de limón durante una noche. El proceso debía repetirse varias veces, cambiando el zumo, hasta que de ahí se obtenía una pasta.
La misión del cítrico era eliminar la capa orgánica de la perla llamada conquiolina, un carbonato cálcico que se encuentra por ejemplo en otros minerales como el aragonito y que sirve para cementarlo.
Una vez obtenida la pasta, según Leonardo, debía mezclarse con clara de huevo batida (usada tradicionalmente a modo de adhesivo) y se le añadiría cal o bicarbonato para que pudiera solidificarse y secarse en formas esféricas para posteriormente pulirlas en un torno, «aplicándole un objeto de vidrio o calcedonia para obtener la forma esférica y sacar a relucir su brillo».
No sabemos si Leonardo llegó alguna vez a poner en práctica esta receta y quizá cuando estuvo al servicio del mecenas Ludovico Sforza (1482-1499) en el que además de la pintura e ingeniería ejercía de organizador de fiestas, pudiera haber llevado a cabo este proceso teniendo en cuenta que era precisamente en esta clase de eventos donde más se usaban las perlas.
También hay que decir que el supuesto invento de Leonardo no era ni mucho menos nuevo, pues ya desde el siglo III D.C. se conocen referencias al intento de fabricación de perlas.
También es muy probable que esta propuesta de Da Vinci estuviera inspirada en un documento contemporáneo que aparece en un códice anónimo de la Universidad de Bolonia dedicado a la fabricación de pigmentos para las pinturas de la época. Ambos procesos son parecidos, aunque varían en algunos aspectos, y obviamente en el producto final que se buscaba conseguir.
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Lo que sí es peculiar y exclusivo de Leonardo es la frase que añade al final de su receta: “Creo que para disolver el nácar habría que seguir el mismo procedimiento que para las perlas”.
Y es que se trata de la primera vez que se menciona explícitamente que las perlas y el nácar son realmente el mismo material. Una apreciación que refleja cómo la genialidad y la intuición científica de Leonardo se reflejaba en todos su pasos, pese a no contar con los métodos de análisis posteriores.
Alfredo González Notario es gemólogo y divulgador en el portal www.gemologiayciencia.com además de formador, gemólogo de campo y escritor.