Pintan bastos para las grandes casas del lujo europeas, LVMH, Kering y Richemont, que son las que concentran la mayor parte de las exportaciones de moda, alta joyería y relojería del viejo continente hacia Estados Unidos. Una industria que en total mueve cerca de 400.000 millones de dólares anuales.
Repasando los pronósticos de algunas destacadas firmas de inversión las pérdidas que auguran en sus ventas se sitúan entre el 5% y el 9% para este año, y eso sin tener en cuenta la descapitalización bursátil que ya están sufriendo debido a la agresiva política arancelaria del ‘pistolero‘ de la Casa Blanca.
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Aparte de estos grandes grupos, los analistas prevén que las ventas mundiales de artículos de lujo en general caigan una media del 2% este año.
A priori no parece una cifra alarmante, pero si se la compara con la anterior previsión de crecimiento que se situaba en el 5%, el resultado global ascendería a un lucro cesante de en torno a los 30.000 millones de dólares. Cifra que supondría la mayor caída de la industria en más de dos décadas, afirman.
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Jueves y Viernes negros
A nivel financiero las acciones de LVMH se desplomaron un 9% desde la semana pasada y acumula ya una pérdidas del 35% en el último año. Como explicamos en un artículo en esta misma edición, el presidente del grupo se dejó cerca de 11.000 millones de dólares en el parqué en las dos jornadas negras de la Bolsa de Nueva York, del 3 y 4 de abril.
Por su parte el grupo Kering (Boucheron, Pomellato…) que preside François Pinault ha caído un 8% en estos días de confusión. Mientras Richemont, propietaria de Cartier, considerada mejor situada que muchas para capear una recesión gracias a una clientela más adinerada y mejor posicionamiento de marca, tampoco ha evitado una caída del 6% en estos días.
Pronósticos fallidos
Con un mercado asiático desteñido a causa de la enorme crisis inmobiliaria que viene afectando a China en los últimos años y la contracción en el mercado del lujo, las casas europeas de moda y joyería habían estado contando con el crecimiento de las ventas de los estadounidenses ricos para compensar la débil demanda del gigante chino.
Pero ya antes del terremoto de Trump los analistas venían advirtiendo sobre la creciente “fatiga del lujo” y el deterioro de la confianza entre los consumidores estadounidenses. Datos de Citibank mostraban que el gasto de las tarjetas de crédito norteamericanas en marcas de lujo cayó un 5% entre febrero y marzo, tras crecer en los dos meses precedentes.
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Previsiones pesimistas
Ahora el mazazo es aún incalculable. Los inversores, de naturaleza siempre temerosa y volátil, andan preocupados por que los compradores que pueden permitirse relojes de alta gama y pulseras de oro de 15.000 dólares se aprieten el cinturón ante un panorama económico cada vez más oscuro.
Las previsiones son variopintas pero ninguna optimista. Según las estimaciones de UBS, los aranceles estadounidenses a la importación del 20% sobre los productos de la Unión Europea y del 31% sobre los de Suiza obligarán a las marcas europeas a subir precios en EE.UU alrededor de un 6% de media si quieren seguir manteniendo beneficios y, por extensión, mantener la confianza de sus inversores en Bolsa.
Pero si no lo hacen, si las empresas no suben precios, otra entidad solvente como Barclays prevé un impacto negativo en la facturación en torno al 5% para LVMH; Kering podría recibir un golpe del 8,7%, mientras que Richemont podría sufrir un descenso del 7,1% en su división relojera debido al mayor golpe de los aranceles en Suiza.
Como único clavo al que aferrarse a juzgar por el panorama los inversores esperan que el presidente y consejero delegado de LVMH, Bernard Arnault, que asistió a la toma de posesión de Trump, pueda aprovechar sus vínculos personales con el ocupante de la Casa Blanca para negociar exenciones hacia el sector.