El matonismo económico instalado en el Despacho Oval propulsa los precios del metal dorado más rápido que los cohetes de Elon Musk, patrón de la empresa aeroespacial Space X, y al cierre de esta noticia se situaba por encima de los 93 euros el gramo. Un registro hasta ahora desconocido.
“Si no hay un cambio provocado por alguna otra situación, el precio del oro seguirá sin techo al menos hasta que toque la barrera de los 100 euros el gramo” nos explica nuestro analista Juan Turpín, fundador de la firma Inverlingold. Una empresa española especializada en la compraventa de oro de inversión que ofrece también sus servicios a los comercios del sector.
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“La incertidumbre global está provocando que los inversores de Bolsa abandonen sus posiciones y se refugien en el oro como valor seguro porque el dólar ya nisiquiera es de fiar” apunta Turpín, quien señala que esta barrera se podría superar en el verano.
Y es que a raíz de las volubles políticas arancelarias y económicas del esperpéntico presidente de los Estados Unidos los precios del oro “han registrado el mayor incremento trimestral de precio en los últimos 40 años, cercano al 18%” tal y como coinciden también la mayoría de expertos internacionales en este mercado.
El ‘Día de la Liberación’
“A golpe de comentario en sus redes sociales, el presidente Trump pisotea cada vez más las Bolsas mundiales y el temido ‘Día de la Liberación’ que supuestamente inicia mañana para establecer aranceles a la gran mayoría de países, puede añadir un peldaño más al metal” sostienen desde la plataforma especializada Bullion Vault.
Y eso puede ser sólo el principio. Fuera del oro, “el temor a nuevos anuncios tan pronto como el miércoles está creando un ambiente sombrío en los parqués de todo el mundo”, afirma otro analista bursátil.
«El temor a nuevos anuncios está creando un ambiente sombrío en los parqués de todo el mundo»
Con este tiovivo de anuncios, idas y venidas por parte del pintoresco –no por ello menos peligroso para el orden mundial– inquilino de la Casa Blanca y sus secuaces, conflictos como el de Ucrania o el de Gaza han pasado a un papel secundario y estaban “descontados” por los mercados.
Ahora serán los países afectados los que tengan la penúltima palabra para imponer algo de sensatez, o para de lo contrario añadir más llama al crisol. De su moderación o desproporción puede que dependa que el precio del metal llegue a la estratosfera. Y no metafóricamente.