Durante la sesión de apertura del Plenario del Proceso de Kimberley, que se celebra estos días de forma mixta en Moscú, el presidente del Consejo Mundial del Diamante (WDC) Edward Asscher cuestionó por qué el Proceso de Kimberley sigue siendo incapaz de lograr avances en su cuestión más importante: ¿Por qué de manera persistente fallamos en lograr avances sustanciales en la ampliación de la definición de diamantes de conflicto?
Asscher señaló que en este momento los consumidores jóvenes expresan cada vez más sus demandas de seguridad sobre las credenciales sociales y ambientales de los productos que compran, y destacó que la industria del diamante tiene la capacidad de cumplir con las expectativas de estos consumidores. “Expectativas. Pero los miembros del Proceso de Kimberley deben actuar para ampliar la definición” expresó.
“Tenemos la capacidad de decidir si el diamante se convierte, o no, en un simple objeto de lujo no esencial, pero lo haremos solo a través de acciones y no con palabras vacías”
“El diamante es un producto que tiene el potencial de hablar tanto de las aspiraciones de esta nueva generación, como un recurso natural con el potencial de brindar oportunidades económicas y sociales sostenibles a las comunidades que lo producen, o ser rechazado, como un objeto de lujo no esencial”
¿Una industria de dos velocidades?
El presidente del WDC recordó también el riesgo de la aparición de una industria de diamantes de dos niveles: El nivel superior y más establecido de empresas que pueden monitorear de forma independiente sus cadenas de suministro y que por lo tanto puede satisfacer las expectativas de los consumidores.
Pero el nivel más bajo, menos establecido y controlado, verá disminuir su participación de mercado precisamente por esa ausencia de control. “Las víctimas de tal resultado serán las personas, comunidades y economías enteras que dependen de los ingresos generados por los diamantes para su sustento y desarrollo futuro” afirmó Asscher.