Si hace una semana el presidente del Instituto Gemológico Español, Benjamín Calvo, explicaba el origen geológico de las gemas, ayer conocíamos que investigadores de una Universidad canadiense han hallado residuos de carbono en un rubí datado en 2.500 millones de años. El material encontrado es el bioindicador de una forma de vida muy antigua, que existía antes de que aparecieran en la Tierra organismos más complejos y multicelulares.
El equipo de la Universidad de Waterloo se propuso estudiar la geología de los rubíes para comprender mejor las condiciones necesarias para la formación de estas gemas y durante la investigación el equipo encontró una muestra que contenía grafito, mineral hecho de carbono puro.
La presencia de grafito da también pistas para determinar cómo se formaron los rubíes en esta ubicación, “algo que es imposible de hacer directamente en función del color y la composición química de un rubí” añade el director de la investigación.
El equipo universitario ha descubierto que este grafito no solo vincula a la gema con la vida primigenia en nuestro planeta, sino que también era necesario para que este rubí existiera. “Cambió la química de las rocas circundantes para crear condiciones favorables al crecimiento del rubí. Sin el grafito, los modelos demostraron que no habría sido posible formar rubíes en esa ubicación” explican los investigadores.
Aunque los rubíes y zafiros rosa han sido ‘recolectados’ durante siglos por los pobladores, la isla helada cuenta desde 2017 con una concesión a la compañía Greenland Ruby para explotar gemas en la mina Aappaluttoq, que tiene una vida útil estimada de 10 años.