Las espinelas, rubíes y esmeraldas ocupan un lugar preferente en la joyería del mundo mogol antiguo (siglos XV y XVI), tanto por la calidad y valor intrínseco de la gema, como por el simbolismo que aportaban, llevadas por los grandes maharajás de la época.
Los rubíes y las espinelas empleados en la época procedían de las minas de Badakhshan, una de las provincias de Afganistán; de Ceylán, hoy Sri Lanka y también de Myanmar (Birmania)
En la época de los Grandes Mogoles en la India, periodo que va desde el año 1556 al 1657 —y momento en el que el subcontinente indio estuvo gobernado por Akbar y sus dos sucesores, Jahangir y Shah Jahan— los rubíes y las espinelas eran materiales extremadamente preciados, considerándose piedras protectoras para su portador, especialmente durante la batalla.
En este sentido también van a ser usadas como reliquias dinásticas, lo que lleva a inscribirlas y tallarlas con maravillosos relieves por los sucesivos propietarios reales, con sus nombres y títulos, pasando así de padre a hijo, de vencidos a vencedores, de dinastía a dinastía.
La mayor expresión de esta práctica se verá durante el reinado de Shah Jahan, una costumbre heredada de sus antepasados timures cuya identidad estuvo intrínsecamente ligada las piedras preciosas.
En la colección Al Thani (de la que ya hablamos en el artículo anterior) encontramos ejemplos de esa tradición. El más destacado es un anillo que contiene una espinela datada entre los años 1643-1644, cuya manufactura lo sitúa en los talleres del Norte de la India, y que cuenta con una inscripción dedicada al propio al Shah Jahan.
La inscripción que presenta la espinela de este anillo se traduce como “Señor de Conjunción Auspiciosa”. Esta inscripción fue elegida por el propio Shah Jahan y hace referencia a su antepasado Timur que se hacía llamar de la misma manera. Tal era su importancia que el anillo se convertirá en el sello personal del propio emperador.
Esta engastado en oro con esmalte azul y fue rematado en una subasta de Christie´s del año 2019 por 795.000 dólares. Aunque no se puede acreditar con seguridad, bien podría ser el mismo que vemos representado en la siguiente acuarela sobre papel de pergamino opaco e hilo de oro, donde se ha representado al emperador, ricamente enjoyado, que demuestra el poder y la riqueza de la dinastía portando un anillo en su mano.
El Shah Jahan sujetando un anillo. Acuarela opaca, sobre papel. Norte de India.1628. ©Aga Khan Collection.
Confusiones frecuentes
Las espinelas fueron conocidas en la antigüedad como ‘balas de rubí’ y frecuentemente confundidas con ellos, como el famoso Rubí del Príncipe Negro, hoy en la corona inglesa. Existen muchos otros ejemplos que en realidad también son espinelas.
Las espinelas fueron también objeto de regalos dinásticos. En esta cuenta de espinela (imagen superior) se han grabado los nombres de los tres emperadores mogoles más importantes, lo que nos da la idea de que pudiera haber pertenecido al Tesoro imperial, que fue robado después del saqueo de Delhi por Nadir Shan, en el año 1739.
Esas tres inscripciones pudieran sugerir que se trasmitían de emperador a emperador y que cada uno en su momento hubiera grabado su nombre. Esta pieza en la subasta de Christie´s del 2019 tuvo un precio de remate de 87.000 dólares.
El color rojo en la India estaba asociado a la vitalidad, a la resistencia, y para los emperadores el uso de esta piedra es especialmente significativo hasta llegar a situarse por encima del resto de piedras preciosas. Pero no solo las espinelas fueron objeto de esta gran devoción y soporte de magnificas inscripciones.
Un lugar especial para las esmeraldas
Las esmeraldas también ocuparon un lugar privilegiado en el mundo mogol puesto que, como dinastía musulmana, el color verde era el color del Paraíso. Estas esmeraldas llegarían a la India a través de las rutas comerciales establecidas con los europeos después del descubriendo de las minas en Colombia, Nueva Granada como se denominaba en esta época.
Además las esmeraldas son una de las nueve ‘piedras de auspicio’ que representan el buen augurio en la religión hindú. En el horóscopo representan al planeta Mercurio, ya que se pensaba que las serpientes y demonios podían cegarse cuando se les mostraba la piedra.
A nivel utilitario estas esmeraldas presentan inscripciones con referencias dinásticas con un refinado y sutil diseño, y eran concebidas para ser llevadas como colgantes tallados con motivos florales. Una decoración en línea con algunos de los elementos del conocido Taj Mahal, palacio que ve la luz en esta época de esplendor.
Las inscripciones que presentan hacen referencia a textos religiosos, o tienen un sentido dinástico, al igual que las espinelas anteriores. Estas solían llevarse giradas hacia la piel y era la parte tallada la que se mostraba al exterior.
La más sorprendente de estas gemas es la gran esmeralda de forma cuadrangular conocida como The Mogul Mughal, con un peso de 217,80 quilates y de origen colombiano.
En el anverso se han grabado inscripciones con una elegante escritura Nask, donde aparece fechada en el año 1695 (1078 año en el calendario musulmán), y en el reverso presenta un delicado trabajo de relieve vegetal procedente de los talleres Decannis en la India.
La pieza perteneció a un alto rango de la dinastía mogola durante el reinado de Aurangzeb (1658-1707) y fue puesta en el mercado en el año 2001, en la sala de Subastas Christie´s. En la actualidad es parte de la colección del Museo de Arte Islámico de Doha en Qatar.
Algunas de estas gemas fueron reutilizadas más tarde en la época Art deco, en Europa, en los años 1920-30 (Imagen superior). Se trata de una gran esmeralda octogonal de origen mogol, decorada con esta iconografía floral y vegetal (en este caso una flor de loto tallada en relieve y cuatro tallos frondosos, que hacen referencia a los cuatro puntos cardinales), que muestra la maestría de los lapidarios mogoles.
Originariamente esa esmeralda estuvo colocada en un bazuband —un tipo de coraza empleada para la protección del brazo— y que fue modificada para servir como broche con una montura de platino colocada por Cartier a principios del S. XX.
La firma francesa colocó un marco con zafiros de forma cuadrada y cabujón, que se alternan con arquitos con esmeraldas que encierran un pequeño trébol de zafiros en cabujón, y termina en volutas de esmeralda, todo ello de inspiración de la primera mitad del S.XX.