Hablando entre profesionales del Sector, el oro ya se sitúa a 76 euros el gramo. Una subida del 29% a lo largo de este 2024, pues si miramos las gráficas del mercado internacional, desde el 31 de diciembre hasta el día de hoy, el precio del metal se ha disparado desde los poco más de 2.060 dólares la onza, hasta los 2.676 dólares al cierre de este artículo.
Se trata de una evolución meteórica del metal en los últimos nueve meses que, por un lado es ventajosa para quienes tienen ya metal en su comercio, o para los inversores, pero también es cierto que a la hora de nuevas compras para reponer stock y para los fabricantes, diseñadores y comerciales que recorren en su día a día kilómetros a ‘pico y pala’ visitando a sus clientes, supone un freno a la hora de justificar esos precios de cara al cliente final.
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¿Pero cómo hemos llegado a estos precios y cuáles son las previsiones? Además de revisar los análisis internacionales de expertos y bancos de inversión hablamos con un profesional con más de 30 años de experiencia en el mercado de la joyería y de los metales de inversión: Juan Turpín, responsable de la firma española Inverlingold nos explica que sus previsiones, tal y como está el panorama, son al alza:
“La situación internacional de guerras, conflictos y tensiones a lo largo del mundo me hacen pensar que el precio actual del metal a 76 euros todavía no ha tocado techo y no me extrañaría que pueda situarse en el entorno de los 100 euros/gramo teniendo en cuenta la evolución del metal a lo largo de este año” asegura el empresario.
«El oro es el refugio de Gobiernos, de los Bancos centrales, de los inversores que quieren tener seguros sus ahorros. Es y será el escudo frente a cualquier eventualidad que esté por venir”
“Desde mi punto de vista hay que tener en cuenta que el oro sigue y seguirá siendo la moneda internacional de referencia en todos los países. Es el refugio de Gobiernos, de los Bancos centrales, de los inversores que quieren tener seguros sus ahorros. Es el escudo frente a cualquier cosa que esté por venir” nos explica Turpín en una conversación telefónica.
“Si esto lo traducimos en las ventas de joyería es evidente que hay una dificultad añadida para el comercio, los fabricantes y los comerciales para trasladar ese plus al cliente final. Eso es cierto, pues no todo el mundo está dispuesto a pagar el valor añadido y todo lo que está detrás del diseño y la producción de joyas” nos comenta el empresario.
Pero Turpín también añade que, desde el punto de vista de la inversión en metal “desde luego es una oportunidad porque esta carrera al alza en los precios del metal no tiene visos de detenerse en el corto plazo y a día de hoy el comercio joyero también puede ser polivalente y ofrecer a sus clientes otras alternativas de compra que no se basen sólo en la joya”.
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¿Otra alternativa junto a las joyas?
Efectivamente el responsable de Inverlingold nos explica cómo el comercio joyero está empezando a evolucionar para darle a sus clientes algo más que joyas.
La joya, o los relojes de valor, son algo emocional y único, que tiene muy poca competencia con otros productos del mercado. Pero lo bueno del establecimiento de joyería es que también puede ofrecer otros productos vinculados a este sector como son el oro, la plata o las gemas.
¿Pueden decir lo mismo las industrias de otros productos de alto precio como ropas, bolsos, vehículos, o teléfonos móviles? La joyería, las gemas, o los metales preciosos tienen un componente que va mucho más allá del lujo y la exclusividad. Son sin duda una inversión, pero son además algo que no tiene una obsolescencia programada: La emoción de contar con algo único y valioso que ha salido de la tierra para tenerlo en nuestras manos.