Aunque ya venía intentando impulsar una presencia con personalidad propia en el mercado internacional, la guerra provocada por Rusia en Ucrania ha multiplicado las acciones del Gobierno de Botswana para convertirse en una ‘potencia’ productora.
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En realidad ya lo es. Actualmente Botswana es el segundo productor mundial de diamantes (sólo por detrás de Rusia) con una cuota del 18% global y en torno a 23 millones de quilates anuales, pero es el primero por calidad y valor de sus diamantes vendidos.
La mayoría de las gemas de Botswana son extraídas por Debswana, una empresa conjunta entre el gobierno y De Beers a través de un acuerdo de venta de diamantes de 10 años que expiró en 2020, aunque se ha extendido hasta finales de junio de este año a causa de la pandemia.

Ante esta coyuntura desde el país han iniciado una ronda de contactos internacionales, especialmente en Dubai, para entrar en toda la cadena productiva y no solamente producir materia prima, sino producto acabado.
“Queremos entrar en toda la cadena de valor” asegura el presidente de la empresa minera estatal en un medio local. “Queremos ser los mejores portadores de conocimiento sobre diamantes en el mundo”.
Algunas de las minas más productivas del mundo
Botswana alberga siete minas de primer nivel, de las cuales Orapa y Jwaneng son las dos minas de diamantes más productivas del mundo. Solo Jwaneng produce un promedio de 10 millones de quilates por año.
La producción le generó al país 3.300 millones de dólares sólo el año pasado. Los ingresos de los diamantes han ayudado a Botswana, que se encontraba entre los 25 países más pobres del mundo en la década de los 80, a alcanzar el estatus de ingreso medio-alto y ser el tercer país africano con mayor renta per cápita.
