En el siglo I a.C. y por orden del emperador Octavio Augusto, se fundó la colonia Augusta Emerita que debía servir como lugar de retiro para soldados veteranos (eméritos) de las guerras cántabras y acabó convirtiéndose en una de las urbes más importantes de Hispania y en la capital de la provincia llamada Lusitania.
Muy pronto, la antigua Mérida fue dotada de templos, grandes edificios de espectáculos —pues contaba con teatro, anfiteatro y circo—, foro, acueducto, etc., tratando de emular a la gran capital romana. Además, al estar ubicada estratégicamente en una zona poco romanizada hasta entonces, llegaría a ser un destacado foco de romanización, contando con un alto número de habitantes que osciló entre los 30.000 y los 50.000.
En esta ciudad, como en el resto del imperio romano, el rol principal de la mujer era ser madre y, aunque su papel público era muy limitado, podían llegar a ejercer bastante influencia a través del entorno privado, sobre todo aquellas que estaban vinculadas al poder o pertenecían a familias de la nobleza, pues la capacidad económica suponía una importante línea divisoria entre las mujeres romanas. Y una de las formas más evidentes de distinguirse fueron los adornos personales que, como ha sucedido a lo largo de la Historia, eran exponentes de poder económico y social.
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Sobre este interesante tema, el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida acaba de publicar, dentro de su colección de Monografías Emeritenses, la tesis doctoral de Nova Barrero Martín, titulada Ornamenta Muliebria: El adorno personal femenino en Mérida durante la Antigüedad, que analiza en profundidad esta cuestión, para tratar de explicar la evolución de la moda en el ámbito de los ornamentos utilizados por las mujeres en una época en la que, como señala la doctora Barrero, «existe una continua contradicción entre el deleite que suponen las joyas, las piedras preciosas o los perfumes, y la crítica al exceso, el lujo y la ostentación por parte de las mujeres».
«En esta ciudad, como en el resto del imperio romano, el rol principal de la mujer era ser madre y, aunque su papel público era muy limitado, podían llegar a ejercer bastante influencia a través del entorno privado»
En este libro, Nova Barrero, que es conservadora del Museo de Mérida desde 2009 y conoce en profundidad todas las piezas de joyería, realiza un completo estudio sobre dichas alhajas, ofreciendo un amplio catálogo de materiales, muchos de ellos inéditos hasta la fecha (concretamente 439 objetos, de los que el 65% eran inéditos).
Así, tras la catalogación de las piezas, organizada por tipos de adornos —anillos y entalles, brazaletes, adornos del cuello, pendientes, etc.— con imagen y descripción de las mismas, la autora dedica también un capítulo al análisis de las materias primas y las técnicas artísticas, vinculándolas con el comercio de lujo y el artesanado especializado. Seguidamente, analiza los adornos del ámbito estrictamente femenino, incluyendo los utensilios del tocador — ungüentarios, contenedores, cucharitas, etc.— y, para finalizar, realiza un estudio de diferentes ajuares funerarios, cuyo contexto arqueológico está documentado. Hablamos con ella para que nos cuente más sobre el tema.
«Existe una continua contradicción entre el deleite que suponen las joyas, las piedras preciosas o los perfumes, y la crítica al exceso, el lujo y la ostentación por parte de las mujeres»
Entrevista a Nova Barrero
Elena Almirall: Nova, ante todo, felicitarte por este ingente e interesantísimo trabajo. Tradicionalmente, el tema de las joyas y los objetos personales, ha sido objeto de menor atención por parte de los investigadores por considerarlo secundario frente a las llamadas artes mayores (arquitectura, pintura y escultura) y, sin embargo, proporciona una enorme e importantísima información sobre el día a día de las personas anónimas que, al final, son las que componen una sociedad concreta en un momento concreto. Por lo tanto, a nivel personal, tengo que decir que me parece fundamental que existan estudios como el tuyo que nos acercan a esas personas.
¿Cómo surgió la idea de hacer tu tesis doctoral sobre el tema de la joyería?
Nova Barrero: La verdad es que las joyas siempre me han atraído, no sólo como objetos artísticos en sí mismos sino también por los mensajes implícitos que albergan. Tengo la suerte de haber podido elegir el tema de investigación para la Tesis, lo cual no siempre es posible en el ámbito universitario. Realicé el Trabajo de Fin de Máster sobre toréutica tardo antigua en Mérida, centrándome especialmente en los materiales relacionados con el adorno personal. Posteriormente, en la Tesis amplié el arco cronológico a los materiales desde época romana, pero restringiendo el objeto de análisis al adorno de la Mujer. El exorno es un hábito fundamentalmente femenino, especialmente desde época histórica, y cada vez me sugiere más interés los temas de Arqueología de Género. Desde el conocimiento crítico del pasado podemos construir un futuro mejor y más igualitario.
EA: ¿Fue evolucionando tu idea inicial a medida que avanzabas en la investigación?
NB: Sí y no. Desde el principio, tuvimos claro que la colección del Museo Nacional de Arte Romano, junto a los materiales depositados por el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, eran suficientemente importantes como para centrar el catálogo de la Tesis en la antigua colonia Augusta Emérita y, en este sentido, el ámbito geográfico no cambió. Sin embargo, es cierto que amplié el ámbito del objeto de estudio no sólo al adorno sino que incluí también un estudio preliminar de los objetos relacionados con el tocador y la cosmética femenina, lo que las fuentes denominan mundus muliebris, ya que se encuentran íntimamente ligados al hábito del ornamento y son igualmente objetos identitarios de la Mujer romana. Entender la imbricación ente ambos conceptos, ornatus y mundus, se hizo necesario una vez avanzamos en la investigación.
¿Cuáles han sido tus principales referencias (autores, libros) para realizar este trabajo?
La bibliografía consultada ha sido muy amplia y variada, como no podía ser de otro modo, pero es cierto que la joyería es un tema no muy “apreciado” por historiadores y arqueólogos. Tras los clásicos trabajos de Marshall y Walters sobre las colecciones del British Museum, han sido y siguen siendo referentes los de Guiraud sobre la tipología de anillos y entalles de la Gallia romana, y de Catherine Johns y Allason Jones para Britania y los estudios de azabache. La espléndida publicación de Pirzio Birolli sobre la Joyería romana y los monográficos sobre el área vesubiana de la mano de D’Ambrosio y De Carolis y de Scatozza Hoericht ofrecen un repertorio de joyas únicos.
En los últimos años, los trabajos de Višić-Ljubić sobre joyas de Salona y, muy especialmente, de Facsády en torno a la joyería de Aquincum. En el ámbito peninsular, los trabajos de Raquel Casal García y de Alicia Perea, y más recientemente, los estudios de Jaime Vizcaíno Sánchez para Cartagena, Graça Cravinho para los entalles de Portugal o Jordi Pérez en el estudio del comercio del lujo a nivel Mediterráneo.
«La bibliografía consultada ha sido muy amplia y variada, como no podía ser de otro modo, pero es cierto que la joyería es un tema no muy apreciado por historiadores y arqueólogos»
Dentro de las diferentes tipologías (anillos, pendientes, colgantes…), ¿hay alguna que te haya resultado singular o no hayas encontrado paralelismos? Por ejemplo, en el capítulo de los colgantes, hablas de la bulla, que es muy habitual en la joyería romana, pero he visto otros que me han sorprendido bastante como el colgante en forma de lucerna.
Hay piezas realmente fantásticas, que ofrecen la singularidad de ser prácticamente únicas. El colgante que mencionas en forma de lucerna forma parte de todo un depósito muy singular, en el que el adorno del cuello está compuesto por tres tipos de conjuntos: sarta de cuentas de cornalina facetadas, sarta de cuentas poligonales de vidrio imitando esmeraldas y una serie de colgantes fabulosos en oro, como la lucerna, la bellota o la maza de Hércules.
Una de las piezas que me ha hecho exprimirme la cabeza fue la pulsera de cuentas de azabache y semiesferas de oro. Las piezas áureas imitaban claramente los modelos bien conocidos vesubianos, pero no encajaban con las cuentas de azabache, entre las que estaban aquellas que imitaban las dobles semiesferas. El estudio técnico de la pieza así como el análisis del conjunto al que pertenecía, me ha permitido interpretarla como una verdadera joya familiar, que probablemente se mantuvo de generación en generación, realizando reparaciones y añadiendo nuevas cuentas, un proceso muy habitual en las piezas de joyería y que en la actualidad está muy de moda, pues no hemos inventado nada.
Qué interesante y qué gratificante para ti, como investigadora, encontrar piezas únicas. Me fascina lo que cuentas de esta pulsera. Y, siguiendo con este tema, ¿existe alguna tipología única de Mérida? ¿Tal vez las figuras femeninas de hueso? ¿Qué nos puedes decir sobre ellas?
Efectivamente las figurillas femeninas de hueso son una producción auténticamente emeritense, con un ámbito de dispersión que prácticamente se restringe a la provincia de Lusitania, de la que Mérida fue capital. Sin duda, son un tipo de pieza muy singular, de la que conocemos numerosos ejemplares, pero lamentablemente en su mayoría fuera de contexto arqueológico, aunque sí se ha podido acotar su producción al siglo IV d.C.
Destaca la estandarización de las figuras, realizadas sobre hueso y representando los elementos anatómicos que claramente permiten identificarlas como figuras de sexo femenino, entre ellas el pubis y los senos. Aparecen horadadas a la altura del cuello y, por ello, se han interpretado como colgantes, motivo por el cual fueron incluidas en la Tesis. Sin embargo, es necesario ahondar en su estudio, ya que su formato y tamaño nos plantea dudas sobre su exacta funcionalidad. En cualquier caso, se trata de una producción auténticamente emeritense, de cariz popular, que debe ser relacionada, una vez más, como objetos identitarios de la Mujer.
Como sabes, uno de mis temas preferidos son los entalles y los camafeos, ¿algún descubrimiento reciente en este ámbito? Quizás la pieza más destacada es el camafeo de amatista engastado en un anillo de oro, ¿qué puedes decir sobre el mismo?
Sobre esta pieza hemos compartido opiniones tú y yo, aunque siendo sincera, creo que aún nos queda que profundizar en ella. Es el único camafeo sobre gema documentado hasta ahora en Mérida y nada menos que sobre amatista, sin duda una gema muy apreciada en la Antigüedad, cuyo color se relacionaba míticamente con el Dios Baco y con poderes contra la embriaguez según nos relata el historiador Plinio el Viejo en su enciclopédica Historia Natural. Por ello, no deja de ser sugerente la identificación de Ménade como el personaje representado en esta amatista.
He visto que encontraste un paralelismo con un camafeo de plasma, del siglo I, recogido en uno de los libros de John Boardman y Claudia Wagner, me pareció interesantísimo. Tendremos que seguir hablando del tema porque, como dices, seguramente queda mucho por descubrir.
¿Qué puedes decir sobre los materiales, ¿cuáles son los más utilizados en Mérida? ¿Y las técnicas de joyería?
Los materiales más empleados cambian con el paso del tiempo. En el período alto y medio imperial, entre el siglo I y el III d.C., el oro, las piedras preciosas y otras gemas destacan por su representación. La variedad en cuanto a las gemas es muy destacada, aunque la cornalina, como en otros centros urbanos, sigue siendo la reina de ellas, tanto para entalles como para cuentas de collar y otros abalorios.
Sin embargo, a partir del siglo IV d.C. y durante la Antigüedad Tardía, con la excepcionalidad de los ajuares de Blanes, el bronce se convierte en el material más empleado, tanto para anillos como para brazaletes. Desaparecen casi por completo las gemas. En cuanto a las técnicas, encontramos las habituales en la joyería romana: lámina e hilos como base de la configuración de muchas de las joyas, incluso hilos modelados por presión, grabado, cincelado, estampado, filigrana, granulación, etc.
En cuanto a la cronología, ¿existen diferentes tipologías claras en diferentes épocas o se utilizan los mismos tipos de joyas?
Es cierto que una de las características de la producción orfebre es su conservadurismo, tanto en las formas como en las técnicas empleadas, pero se observan una preferencia de unos tipos sobre otros en distintos momentos. Por ejemplo, los aretes cerrados de oro, simple o enriquecidos con colgantes suspendidos, son característicos de la época alto imperial y perduran hasta el siglo III d.C. En cambio, los pendientes de gancho comienzan a difundirse a partir del siglo II, alcanzando una alta complejidad en el siglo III d.C., compuestos por varios cuerpos.
En el caso del adorno más difundido, los anillos, se observa también una clara distinción entre los ejemplares del alto y medio Imperio, en oro y con engastes de gemas, y el período correspondiente a la Antigüedad tardía, cuando la lámina de bronce es la base de la mayoría de los adornos anulares.
Como comentas, tu investigación no se ha centrado solamente en el mundo romano sino que también comprende la tardo antigüedad, pues has incluido incluso los recientes descubrimientos de las tumbas de las princesas suevas, ¿qué nos puedes contar sobre este tema?
La necrópolis excavada en el Solar de Blanes realmente es un hallazgo excepcional a nivel europeo. Su documentación en contexto, las numerosas tumbas acompañadas de joyas y la variedad y la innovación que estas suponen en el territorio peninsular son argumentos claves sobre su valorización. Realmente muestran un cambio claro en las modas del ornato y de la vestimenta. Son joyas que presentan modelos inéditos en el ámbito peninsular, como el collar de hojas lanceoladas con granates o las fíbulas en forma de insecto.
Las brácteas sobre láminas estampadas eran aplicadas a la indumentaria, probablemente sobre las prendas de vestir pero también sobre el tocado de la dama, lo que refleja la importación de novedades y que directamente informa sobre la llegada de contingentes poblacionales del este de Europa, los herederos de los culturas escito-sármatas, que tanto éxito alcanzaron con las artes del metal.
«Mi principal proyecto de futuro será seguir trabajando sobre Mérida y ampliar el foco de atención a la provincia de Lusitania»
Y ahora, tras la tesis y la publicación, ¿cuál es el siguiente? ¿tienes nuevos proyectos en el horizonte?
Tengo la enorme fortuna de trabajar en Mérida, un yacimiento vivo en el que continuamente se realizan intervenciones arqueológicas, que producen nuevos hallazgos y documentos de estudio. Fue un verdadero problema cerrar el catálogo de la Tesis, ya que se habían dado a conocer nuevas piezas de joyería. Por eso, mi principal proyecto de futuro será seguir trabajando sobre Mérida y ampliar el foco de atención a la provincia de Lusitania.
Además, acabamos de comenzar, desde el Museo Nacional de Arte Romano y la Fundación de Estudios Romanos, un Proyecto I+D financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación bajo el título “Emerita: Modelo Urbano, Arquitectónico y Decorativo en Lusitania- I”, que nos permitirá seguir profundizando en las líneas de trabajo sobre Mérida y su repercusión como capital en la provincia de Lusitania. Precisamente en relación a esto, continúo trabajando en el Proyecto de Excavación y Estudio del Anfiteatro de la ciudad romana de Ammaia en Portugal, donde llevamos excavando hace cuatro años. Está siendo una experiencia única, ya que un anfiteatro no se excava todos los días.
Muchas gracias, Nova, interesantísimo todo lo que cuentas. Seguiremos tu trabajo con atención para estar al día de tus nuevos descubrimientos y aportaciones.
Elena Almirall Arnal es doctora en Historia por la Universidad de Barcelona (UB), además de Gemóloga (UB) y Tasadora por AETA.