Si hace unas semanas publicábamos que el laboratorio valenciano MLLOPIS había detectado en sus oficinas un intento de fraude con diamantes sintéticos que se intentaban pasar como naturales, con un certificado GIA auténtico, estos días nos llegan dos casos similares desde Italia e Israel.
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En el caso de Italia, el laboratorio Gemológico Gem-Tech recibió para contrastar a mediados de diciembre tres piedras de un quilate cada una, acompañadas de certificados del Instituto Gemológico de América (GIA), que indicaban un origen natural.
Las piedras eran “casi idénticas” a las registradas en los certificados del GIA y sus inscripciones en el filetín coincidían con los certificados del laboratorio norteamericano, pero un análisis detallado detectó detalles que no coincidían con los que aparecían en el certificado.
En concreto, el certificado indicaba que los diamantes tenían una fluorescencia “débil” pero el análisis no detectó esta característica en las piedras. Las proporciones también parecían similares pero había un porcentaje de en torno al 10% de error. Y finalmente lo más importante: mientras el informe indicaba que las gemas eran naturales, un análisis Raman detectó que efectivamente se trataba de gemas sintéticas.
«En Gem-Tech ya hemos visto varios casos similares anteriormente» explican desde el laboratorio italiano. «No sería la primera vez que individuos malintencionados obtienen reimpresiones de informes auténticos y los combinan con piedras distintas a las descritas para sacar el mayor provecho de forma ilegal» añaden.
Un caso aún más enrevesado en Israel
Desde el laboratorio gemológico IGI en Tel Aviv acabamos de conocer esta semana una situación muy similar. En este caso la gema enviada para su análisis era un diamante en talla pera de 6,01 quilates con su correspondiente certificado GIA asegurando su origen natural.
Ante la sospecha del cliente, se envió al laboratorio y en el análisis se detectó el fraude, que en este caso era más sofisticado: Se trataba de un ‘doblete’. Es decir, sobre la base de una gema natural se había “creado” un diamante mayor mediante el método de deposición CVD, para posteriormente darle unas características similares a las que aparecían en el certificado auténtico de la GIA.
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Un proceso sin duda complejo que requiere de contar con un certificado original, de un diamante natural, luego añadirle la correspondiente “masa” sintética en un laboratorio CVD; para posteriormente cortarlo y pulirlo con unas características casi idénticas a las del certificado real.