“Introduciremos restricciones a la importación de diamantes no industriales, extraídos, procesados o producidos en Rusia, a partir del 1 de enero de 2024, seguidas de nuevas restricciones graduales a la importación de diamantes rusos procesados en terceros países con vistas al 1 de marzo de 2024”, aseguran en un comunicado.
Los países integrantes del grupo G7 (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón, más las 27 naciones de la UE) finalmente anunciaron el 6 de diciembre sanciones a los diamantes procedentes de Rusia para evitar que parte de esos ingresos se destinen al esfuerzo de guerra en la invasión de Ucrania.
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La pregunta ahora es cómo se hará cumplir la prohibición pues el poder de introducir vetos a las importaciones recae en los países individuales y no en el G7 como bloque. Además está la parte técnica para que realmente estas sanciones tengan sentido. De momento Se han presentado propuestas basadas en la trazabilidad.
Los pioneros son el Protocolo de Diamantes del G7 del Consejo Mundial del Diamante, una prohibición en gran medida autorregulada y también un sistema basado en el blockchain que está promoviendo Bélgica.
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Sin embargo Estados Unidos ya sancionó los diamantes rusos el año pasado, pero aún permite que los diamantes pulidos que provienen de Rusia en bruto ingresen a Estados Unidos si fueron cortados en un país diferente, ya que caen bajo el vacío legal de la “transformación sustancial” del producto.
Los países también establecerán una “sólida verificación basada en la trazabilidad, con el desarrollo de un mecanismo de certificación para diamantes en bruto antes del 1 de septiembre de 2024”, aunque no proporcionaron más detalles.