Más de 20 años después y tras múltiples intentos, la definición oficial de ‘diamantes de conflicto’ parece ahora iniciar una nueva fase con la reunión que el Proceso de Kimberley celebró la semana pasada en Emiratos Árabes.
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Una propuesta lanzada desde la Asociación Africana de Productores de Diamantes, que representa a 15 países miembros y cinco observadores hizo “avanzar el debate y trajo a numerosas partes interesadas nuevamente a la mesa” según el comunicado del World Diamond Council, una de los principales actores de la industria que forma parte permanente del Proceso Kimberley.
Y es que, como ya hemos venido contando desde hace años, la definición de ‘diamantes de conflicto, o ‘diamantes de sangre’ sólo incluye a aquellos extraídos en zonas controladas por grupos rebeldes (especialmente en África), en guerra abierta o soterrada, con el supuesto Gobierno oficial de ese estado. Unos diamantes que, sobre el papel, no debieran llegar al mercado internacional… aunque lo hacen.
Desde hace más de 15 años desde diferentes actores de la industria han venido pidiendo no solamente mayores controles, pues ese tipo de piedras han seguido, de una manera u otra, entrando al mercado a mediante el contrabando, la falsificación de documentos, o el ‘blanqueo’ a través de terceros países.
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También han pedido que esa definición se amplíe a otras zonas extractoras donde, a pesar de no haber conflictos armados, reina el descontrol, la prostitución, el trabajo infantil, y todo tipo de abusos que hacen que, si bien esos diamantes no están manchados de ‘sangre’ deslegitiman su origen ético.
Un primer paso que seguiremos de cerca desde DIARIOJOYA pero del que muchos esperan poco teniendo en cuenta las posibilidades de veto y la maraña burocrática que envuelve a una entidad como el Proceso de Kimberley.

