El lunes pasado publicábamos que un collar atribuido al joyero francés del Art Nouveau René Boivin multiplicaba por 13 el precio estimado por la casa de subastas londinense Fellows, superando las 40.000 libras esterlinas. Boivin es un joyero consagrado y muy conocido en los círculos de la tasación y la historia del arte, pero hemos querido investigar conocer más sobre el autor y su legado.
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A los diecisiete años entró como aprendiz al taller de su hermano mayor en París y tras asistir paralelamente a clases de dibujo, muy pronto se destacó como dibujante de joyas y talentoso grabador. Corría el año 1881. Su finura en el diseño y los acabados llamó la atención de las grandes ‘maisons’ de la época y, de hecho, el principio de su carrera estuvo marcado por la fabricación de de piezas para firmas como Mellerio o Boucheron.
No mucho después, en 1890, estaba listo para establecerse por su cuenta y adquirió el primero de los varios talleres que más tarde regentaría en la capital francesa.
Boivin era el prototipo de hombre ilustrado y pronto comenzó a frecuentar tertulias y lujosas fiestas organizadas por artistas, aristócratas e intelectuales de su época como fue el caso del modisto Paul Poiret, conocido como el ‘Picasso de la moda’ y reconocido mundialmente por ‘liberar del corsé’ a la mujer según acreditan numerosos fuentes de la época.
De hecho, su cercanía con el artista fue tal que acabó casándose con la hermana de Poiret, Jeanne, una mujer autónoma que con el tiempo y tras la muerte del joyero acabaría situando a la marca en la Historia —con mayúsculas— de la joyería.
Aunque Boivin se sintió siempre atraído por el naturalismo, por el diseño floral y botánico (elementos consustanciales al Art Nouveau), bien es cierto que el propio autor nunca se identificó por completo con ese movimiento. Pero eso no fue así desde el principio. También el Art Decó de la época influyó en los trabajos del autor y en los posteriores diseños de la marca tras su muerte.
Hacia 1900 los diseños de Boivin se inspiraban aún en diseños clásicos, arcaizantes, inspirados en la imaginería griega, etrusca y egipcia como atestiguan algunas de las piezas de la época: Uno de esos ejemplos es un broche inspirado en las máscaras teatrales clásicas, fechado en 1910.
Pero ya en 1905 el joyero se desvincula del trabajo para otras marca y se centra exclusivamente en su clientela particular. A partir de ahí comienza su auténtica ‘explisión’ como joyero de autor con rompiendo estereotipos tanto en el diseño como en el empleo de materiales.
Hizo un uso frecuente de piedras prácticamente desconocidas en la joyería de la época como las piedra lunar o la vulcanita, que añadía a su repertorio de gemas como las aguamarinas, zafiros rosas, o diamantes, que combinaba con metales preciosos pero también con otros elementos menos ortodoxos para la joyería como la madera.
Boivin fue además uno de los precursores de la joyería ‘unisex’ empleando precisamente madera, oro, o perlas tanto en sortijas como en sellos para hombres.
Su fallecimiento prematuro en 1917 nos dejó sin un creador adelantado a su época pero la marca le sobrevivió más de 50 años pues su esposa Jeanne, junto a su hija Germaine, junto a las diseñadoras Juliette Moutarde y Suzanne Vuilereme, cogieron el testigo del artista y continuaron su legado dejándonos algunas de las piezas más icónicas en la historia de la marca.